jueves, 20 de noviembre de 2008

Ella y Ella


Ella se encontraba despierta pero Ella se sentía dormida. Podía ver y escuchar e incluso a ratos sentía... pero pasaba largas horas dedicada al acto repetitivo y enfermizo de presionar con el dedo índice distintas partes de ese que decían, era su cuerpo. Un cuerpo que cada día le era más ajeno. En los momentos de desesperación pausada -esa que nace dentro pero no encuentra lugar para derramarse y en su intento de huída descontrolada contamina hasta el último rincón-, cogía un objeto punzante; “un dedo" -pensaba- "carne de mi carne, con el mismo tacto y de la misma naturaleza, le puede pasar desapercibido a mi piel. Mejor probar con algo externo a mi” Y pinchaba como una autómata en uno y otro lugar, sin orden ni criterio, únicamente buscando sentir, buscando sentir a través del dolor. Su mirada fija. Su cuerpo inerte. Y la sangre dibujando caminos sobre su cetrina piel, siguiendo los surcos de la sequedad y la dejadez.

Escuchó voces punzantes que anhelaban tanto como ella que surgiera esa expresión del sufrimiento que le demostrara que estaba llena de vida. Borbotones de vida. Buscaban pinchar en el lugar idóneo, conseguir que un único salto de agudo dolor fuera el desencadenante del desentumecimiento de su cuerpo, del despertar de su Alma y de la vuelta del color a sus mejillas, otrora sonrosadas, hidratadas e iluminadas. Ahora, la sal de sus lágrimas había absorbido cualquier rastro de tersura en su piel. Esas voces eran suaves y cálidas, verbos hechos abrazos... pero no conseguían más que hacerle llorar más por dentro. Porque ninguna presión, pinchazo o voz punzante, en ese momento era la solución. Las palabras morían antes de llegar siquiera a sus labios... pero sus ojos, aun cargados de tristeza, agradecían y trataban de sonreír en silencio, lamentándose por no ser capaces de devolver ese abrazo de alguna manera.

Durmió su cuerpo y optó por hibernar. Sabía que antes o después la primavera llegaría. Y sentiría. Y sabría devolver con intereses la confianza e inversión de quien creyó en Ella.