miércoles, 20 de agosto de 2008

Huellas


Caminaba mientras observaba la huella que en la arena imprimían sus delicados pasos. Huellas del número 36, perfectas en su reducido tamaño. Alguna que otra vez, quiso volver sobre las mismas, bien por necesidad o por simple disfrute, pero advirtió horrorizada que sus definidas líneas, al volver a ser pisadas, perdían su particular forma y mutaban a grotescas manchas que ya no reconocía. No obstante, lo más frecuente era no llegar a encontrarlas, o en su lugar descubrir tenues oquedades que se iban difuminando, dejando apenas un ligero rastro imposible de recuperar.

Decidió caminar siempre hacia delante. Y nunca dejar de admirar y sentirse orgullosa de las perfectas huellas del 36 que, hasta ese momento, le habían mostrado el camino.

11 comentarios:

Diego dijo...

"Caminaba mientras observaba la huella..." Hay mucha sabiduría en ese acto. Me recordó un fragmento de un gaitero asturiano, Hevia, que en una de sus composiciones dice:

"De xuru el pasu del cámbaru ye taimen el del sabiu, que non solo mira al otru llau, sinon taimen va disfrutando del camin que tien dexau atrás.”

("De seguro el paso del cangrejo es también el del sabio, que no sólo mira al otro lado, sino también va disfrutando del camino que tiene dejado atrás.")

Es un texto muy evocador y, como siempre, deja una profunda enseñanza. Un abrazo.

Anónimo dijo...

A pesar de que tienes razones para sentirte orgullosa de tus bonitas huellas, tal vez deberías mirar a los lados para ver si hay huellas que corren paralelas a las tuyas...

Myriam M dijo...

Sigo pensando que lo más hermoso es deleitarse con el camino, a veces una intenta volver atrás y ve que se ha perdido, entonces regresa al sendero y sigue construyendo su propia historia

Anónimo dijo...

La huella...
esa especial huella
la que deja la esencia
delser...


muy bueno!


saludo y agradezco su gentiles palabras volcadas en comentarios.


www.panconsusurros.blogspot.com

www.walktohorizon.blogspot.com

y de ahí a los otros..

saludo y dejo apz
mary carmen

Alf. dijo...

No entiendo como tus huellas pueden enseñarte el camino. Caminas para atrás?

Miss Morpheus dijo...

Querido Diego,
ya sabes por otros posts la lucha que mantengo con el pasado, presente y futuro. Gracias por presentarme a tu cangrejo, aquel que sabe disfrutar del camino que va dejando atrás, pero no vuelve sobre él. Continúa viviendo.
Un abrazo.

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Phantomas,
nunca pierdo de vista las huellas que me rodean. Son estas las que me guían y evitan que me salga del camino. Solo trato de responsabilizarme de las mias. De crecer.
Besos...

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Lilith,
caminar, caminar y caminar.. como bien dices, lo importante es no dejar nunca de avanzar. Inteligente concepción de la vida.
Un abrazo.

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Mary Carmen,
gracias por volver y regalarme un comentario. Poco a poco voy entrando en tus blogs, aunque no siempre encuentro palabras que dejar en ellos.
Un abrazo.

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Alf,
la idea es no caminar nunca hacia atrás. las huellas me marcan el camino porque me dejo llevar. Cuando quiero darme cuenta, una huella ha dado paso a otra, y he ido avanzando dejando un camino atrás.
¿Vas perdiendo el miedo a los pianos?
Un saludo

J.Mares dijo...

Perfecto Missy, no hay que enquistarse en el dolor y, del pasado, aprender. Así las vivencias pasadas se vuelven con su sabiduría más ligeras, imprescindibles, pero ligeras.

Hiciste un bello texto, Miss. Te abrazo con cariño, Javi

AlsurdeGranada dijo...

... todo caminar empieza siempre con un primer paso, cada paso es único e irrepetible, la vida empieza un día y los días quedan atrás, no se puede volver al pasado, siempre adelante, tb en la huidas..adelante, siempre quedan los recuerdos.

Un abrazo
JR

Miss Morpheus dijo...

¿Cuándo se convierte en pasado y deja de ser presente?. ¿Cuándo deja de pesar y sentimos que aprendimos de ello? ¿Cuándo....?

Te pregunto y me pregunto a la vez. Sin esperar una respuesta.

Otro abrazo para ti, Javi.

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José Ramón, gracias por tu comentario y por llevarme Al Sur de Granada.

Caminaré hacia delante resistiéndome a volver la vista atrás. Es difícil avanzar cuando uno se ha convertido en una estatua de sal.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Gracias por tu visita a mi blog.Me quedo por aquí echando un vistazo.
Un saludo

Anónimo dijo...

Pues a mi, a veces, cuando paseamos por la orilla del mar, a escondidas me gusta caminar detrás de ella pisando en la huella que va dejando, acortando mi zancada y marcando mi huella encima de la suya mientras ella me marca el camino. Otras veces, sin que se dé cuenta, la espío cómo es ella quien me sigue pisando sobre mis pasos, alargando los suyos para no perder el compás. Y otras veces vamos pegados, uno al lado del otro, abrazados o cogidos de la mano, callados o hablando sin parar, pero sin acordarnos de las huellas o de si el mar las borra.