domingo, 17 de agosto de 2008

Un paseo por las Rías...

"La Isla de Tambo, en la Ría de Pontevedra, vista desde el Mirador de La Granja"

No conocía el Norte. No fue hasta el año pasado que decidí pasar unos días en Santander. Y como no... me fascinó. Siempre me llamó la atención el Sur, quizá por el sol y el espíritu festivo de sus gentes, o quizá porque he tenido que viajar frecuentemente a Cádiz, Sevilla, Huelva, Málaga... y nos tira lo que conocemos. A ciudades como Valencia he llegado a través de sus playas, y durante todo este año me he repartido entre mi Madrid natal y Castellón. Barcelona... no tengo palabras para describir las sensaciones que me acompañan cuando la visito. Nunca me cansaré de perderme en sus calles. Y ahora La Ría de Pontevedra... Un auténtico placer recorrer la ría por la costa y apreciar el color azul profundo del mar a lo lejos. Siempre me ha sorprendido que el color del mar tome matices tan diferentes en función del lugar en el que nos encontremos. Azules profundos, tonos verdosos, amarillos... paisajes para deleitarse y pensar durante horas y horas... o para dejar de pensar y únicamente disfrutar y encontrarse con uno mismo.

Me gusta preguntar, acercarme a las personas del lugar y compartir charlas con ellos. Aprender de sus costumbres y escuchar sus expresiones. Darme cuenta de lo que condiciona el lugar en el que naces o vives. Le robo un pensamiento a alguien que me lo regaló el otro día. Decía algo así: “da igual el interés que muestres por tus raíces. Aun no habiendo vivido nunca en la tierra de tus padres o no haber sentido especial curiosidad, forma parte de tu vida, porque se ha ido colando en ella sin apenas apreciarlo”.

Para alguien que vive en una ciudad como Madrid, lugares como las Rías se convierten en remansos de paz. Existe la paciencia, un concepto de unidad familiar que se disipa en las grandes ciudades, la entrega a quien les visita, la tranquilidad... tengo la sensación de que se trabaja para vivir en vez de vivir para trabajar.

Paseo y pregunto curiosa por la piedra usada en la construcción de algunas casas.

- Es piedra Rosa Porriño repujada- me dicen.

- ¿Y esas cruces altas que veo mire donde mire?

- ¿Los cruceiros?. Más te vale estar en los escalones superiores si aparece la Santa Compaña...

- Pero, ¿eso existe?- pregunto con los ojos como platos.

- Bueeenooo, es como las Meigas, “creer no creo, pero haberlas hailas”. Aunque la verdad es que se han convertido en un motivo decorativo en los patios de las casas, más que otra cosa.

- Hummm.

- ¿Y los hórreos?

- Mira, ahí hay uno. ¿Ves esa parte redonda sobre los pilares? Es para que no puedan subir los ratones. Es como una especie de almacén.

- Perdón, ¿has dicho ratones??

- Claro, o acaso piensas que ellos no buscan alimento. Ya sabes, “más listo que los ratones”

Sigo mirando el paisaje y llego a una Ermita sobre el mar. Pequeña y bonita. Visito la Virgen de la Lanzada.

- ¿Conoces la tradición de esta Virgen?

- No. Te escucho.

- Bien, ¿no has oído hablar de “tomar las 9 olas?

- No.

- Pues si quieres quedarte embarazada, has de entrar en el agua y tomar 9 olas seguidas en el mismo baño. Mano de Santo (bueno, en este caso, de Virgen).

Miro el cielo y el tiempo no acompaña, amenaza orballo; además de que la fiesta es a finales de agosto. Prefiero entrar en la Ermita y regalarme unos minutos de silencio.

Adoro los mercados y no quiero perderme uno en el que hasta las gambas me miran y saltan vivas (difícil encontrar eso en Madrid). Me asaltan las vendedoras que no dudan en ofrecer su mercancía regalándome el oído con sus halagos y referencias a mi persona. Te acercas y te puedes permitir el lujo de “negociar” un precio. Muy divertido. Puedes llevar el “amoado” a la pastelería y te cocinan tu propia empanada. Al igual que no puedes abandonar el lugar sin haber saboreado el pan de cea, la esponjosa rosca, los quesos de Tetilla, San Simón o Arzúa-Ulloa, la empanada de zamburiñas o de manzana, y como no, el Albariño.

- ¿Sabes qué es chuchamel?

- Ni idea.

- Una planta cuyas flores saben a miel. ¿A que no lo habías oído nunca? Es típico de aquí.

- ¡Qué chulo!

- Esta noche cenaremos en un furancho.

- Furancho...

- No preguntes y come.

Cena pantagruélica. Raciones descomunales (me pregunto si es cosa mía, ya que los autóctonos dan buena cuenta de las viandas) y un ratoncillo colándose entre las piedras frente a mi.

(- Estoy en medio del campo- me digo- si hasta le da ambiente... )

Y la verdad es que termino la noche habiendo cenado de maravilla, con unas cuantas copas de Albariño en sangre y charlando animadamente con gallegos de pura cepa.

- Me voy a llenar un saco con todas las consonantes que os vais a comer esta noche- les dije al empezar. Con cariño, por supuesto. Y con una sonrisa lo recibieron. Ya se sabe que el “conceto” es el “conceto”. Adoro su manera de hablar. Es uno de sus encantos.

Me huele a eucalipto, a carballo y a tojo.

En un momento determinado alguien dice:

- Ceo escamento choiva ou vento.

Estoy escarallada. Me aburren los aeropuertos. Y la morriña se hace un hueco en mi pecho al sobrevolar la Ría.

8 comentarios:

Myriam M dijo...

Una crónica muy hermosa, gracias por todos los detalles culinarios, léxicos, paisajísticos... si pudiera me trasladarías allí unos días, aunque ya lo he hecho unos minutos.

Un saludo!

Diego dijo...

He hecho ese viaje por las Rías Baixas, he entrado en cada pueblo desde Pontevedra hasta Finisterre, y luego de vuelta por la costa cantábrica, Viveiro, Ribadeo... Claro que desde Asturias es mucho más cerca. Ha sido muy grato leer tus impresiones porque fue como recrear esos días. Me alegro mucho de que te haya gustado, y si ya conoces Cantabria y Galicia, sólo te queda Asturias. Un abrazo.

MBI dijo...

A un Hada se le susurra ...
hoqghuhuihbuh.... entrada
con olor a mar... que obliga a visitarte

Alf. dijo...

Yo todavía no he ido a ese norte. Siempre me ha tirado mucho el SUR que para mi es como el SOL. En fin porqué te cuento esto. Nada, que como dice lilith es una crónica muy hermosa.

Miss Morpheus dijo...

Querida Lilith,
de haber podido habría llenado papelotes, servilletas y cuadernos de curiosidades y detalles de todo tipo... pero me habría robado tiempo para disfrutar realmente de ello. He tenido que confiar en mi memoria.
Un placer volver a verte por aquí.
Un abrazo.
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Diego,
Ojalá hubiese dispuesto de más tiempo para haberme perdido por todos los lugares que mencionas... Sin duda me acercaré a descubrir Asturias. Seguro que conoces más de un rincón imprescindible.
Un abrazo.
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Mbi,
Las hadas somos una suerte de Sirenas de tierra. El olor a mar nos atrae tanto como los susurros.
Gracias por tu visita y tu comentario.
Un saludo.

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Alf,
gracias por compartir mi paseo por las Rías... Quizá, en algún momento, sientas la necesidad de buscar otro tipo de luz y una tonalidad de mar distinta. Me gusta el sur, pero el norte me llena de paz. Inconscientemente buscamos lo que necesitamos.
Un saludo. (Me gusta la palabra "hermosa")

Miss Morpheus dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
doctora queen dijo...

Que recuerdos me traen tus palabras!!! El mar, las gentes, los manjares. Grande Galicia, ya hace mucho que disfruté de su hospitalidad. Me has abierto el apetito.

Miss Morpheus dijo...

Pues ya sabes Doctora, no es mal lugar para el turismo gastronómico, ¿no crees?.
Un placer para los sentidos.

Un abrazo.