domingo, 27 de abril de 2008

Ensimismamiento

" Mujer recostada". Amadeo Modigliani

De todos los estados que puede experimentar nuestra psique, hay uno al que confiero un valor especial: el estado de ensimismamiento en el que entramos en ocasiones, y del que no nos damos cuenta hasta que nos ha abandonado.

De pronto miras alrededor y te das cuenta de la actividad que te rodea y de la que no eras consciente. Te encapsulas con tus pensamientos o te centras en algo, y el mundo parece desaparecer.

Es un acto de recogimiento, de introspección, de vuelta a uno mismo tan necesario como el respirar. Es como despertar de un sueño. Morir para el mundo, consiguiendo así vivir con mayor intensidad en nuestro interior.

Vivimos hacia el exterior, nos da pánico la soledad y evitamos a toda costa dialogar con nosotros mismos. Apenas nos conocemos. Dedicamos tiempo a interesarnos por otros, pero nos aterra asomarnos a ese oscuro pozo, que es nuestro verdadero Yo, porque dudamos aceptar la imagen que el agua nos devolverá.

Preferimos "crearnos" una vida, una personalidad, un mundo imaginario e irreal, y vernos a través de los ojos del que cree conocernos basándose en lo único que nos atrevemos a mostrar. Y a veces, terminamos creyéndonoslo.

Somos más cristalinos de lo que pensamos.

No deberíamos tener tanto miedo, y permitirnos pasear con la mirada perdida y una sonrisa en los labios, parpadeando de pronto para preguntarnos: ¿de dónde ha salido toda esta gente?


La última vez que caí en este estado de esmimismamiento estaba de pie frente a este desnudo de Modigliani.