viernes, 26 de septiembre de 2008

Parálisis Otoñal

¿Qué tiene el otoño que nos paraliza tanto?

Ninguna estación del año se manifiesta de una manera tan agresiva como el otoño. Casi nadie habla de la llegada del verano (sí de las vacaciones, pero eso es otra cosa), ni de la primavera y ni decir tiene el invierno. Pero el otoño... de una u otra manera se hace mención a su llegada. Deprime... y se supone que la depresión otoñal es fruto, en parte, de la cantidad y horas de luz que dejamos de recibir tras el verano, pero en realidad, en una ciudad como Madrid, ya casi a finales de septiembre, el sol luce y las temperaturas obligan a ratos a despojarse de cualquier prenda más abrigada que una camiseta. Quizá sea el fin de las vacaciones, pero ¿cuántos las disfrutamos hasta el 31 de agosto?, algunos ya llevan semanas e incluso un mes trabajando y da igual, porque la depresión otoñal, o post-vacacional o como queramos llamarla está ahí: en Madrid, Málaga, Castellón, Santander o Cáceres... nos arrastra a todos vivamos dónde vivamos. ¿Quién dijo que en España no había tsunamis?

Los blogs están muertos, apenas se publican entradas. Y la gente comenta que se encuentra más cansada y desmoralizada que antes de disfrutar de un tiempo de vacaciones. Los niños de Infantil trabajan la llegada del otoño en las aulas. Y las inscripciones a cursos de todo tipo, incorporaciones a gimnasios y anuncios de absurdos coleccionables, vuelven a recordárnoslo. ¿Quién decidió que la época de cambio, el momento de los propósitos, y el tiempo de replantearse la vida fueran las navidades? Este es el mes del cambio, septiembre, el de los divorcios, los cambios de trabajo, las iniciativas para mejorar hábitos, el comienzo del colegio, etc.

Y quiero ser positiva... por eso cierro los ojos y recuerdo que:

  • Me gusta tener que abrigarme, que el frío me corte la cara y caminar por el Paseo del Prado girando la cabeza para esquivar el viento y teniendo cuidado para no resbalar con la alfombra de hojas.

  • Me gusta levantarme un domingo por la mañana y ver la lluvia o el cielo gris acurrucada en un sillón, con una taza humeante en las manos y unos gruesos calcetines de lana.
  • Me gusta volver a mis rutinas, el olor a ozono cuando caen las primeras gotas y envolverme en una bufanda.

  • Me gusta como crecen las agendas culturales de distintas ciudades y he de organizarme para poder seguir su ritmo frenético sin perderme nada.

  • Me gustan los bosques, las castañas, las setas y las Dríades.

  • Me gusta la paleta de colores que el otoño me muestra: ocres, naranjas, caldero, marrones, granates y amarillos.

  • Me gusta sentir que avanzo y que se abre ante mí un mundo de posibilidades.