sábado, 14 de marzo de 2009

Francis Bacon

(...) Nacer, copular y morir.
Eso es todo, eso es todo, eso es todo,
Nacer, copular y morir.
"Fragmento de un Agón" (1927) T. S. Eliot.

Si tuviera que quedarme con una imagen que representara el miedo, una imagen espeluznante, sin duda sería el grito del alma queriendo salir del cuerpo. Las almas atormentadas se deforman aún más tratando de escapar entre los barrotes.
Decía Francis Bacon que no hay que pintar a las personas como son sino como las vemos, y cuando uno mira sus cuadros no puede más que estremecerse ante la visión de un hombre animalizado por la ausencia de religión. La carga del inconsciente es tan pesada que da náuseas. Te sientes desnudo, con esa fragilidad y sensación de vulnerabilidad que provoca el saber que nada puedes esconder, que no contamos con nada, absolutamente nada tras lo que parapetarnos. El alma cenicienta de la soledad se torna azul y trajeado, convirtiéndose el ser humano en un cuerpo insignificante que lucha por no difuminarse y terminar desapareciendo entre las ondas del infinito y de la nada. El sexo como asesinato de la esencia humana. La autodestrucción como única salida. Se escucha chillar a la hiena mientras da vueltas en redondo tratando de escapar de la cárcel autoimpuesta del cuerpo sobre el alma. Los rojos te empujan y las figuras geométricas te ahogan hasta necesitar tirar de esa parte de ti que temes dejar en el cuadro. A veces un simple pedazo de carne...

Francis Bacon en su estudio.