domingo, 25 de enero de 2009

De cambios, física y psicología...

"Sky and Water" M.C. Escher

Desde que lo escuché por primera vez me gustó la palabra: Resiliencia. Término tomado de la física, se refiere a la propiedad de un cuerpo para volver a su prístina forma después de haber sido deformado por medio de una presión.

Las personas también nos deformamos. Nuestros cuerpos mantienen su forma, pero la presión en ocasiones nos deja irreconocibles, como si nos observásemos en un espejo cóncavo o convexo. Como una pelota sobre la que nos sentamos y se va expandiendo hacia los lados, cada vez más tensa... a punto de explotar.

La resiliencia en psicología hace referencia a la capacidad del hombre para superar problemas importantes y salir fortalecido de ellos. A resistir a pesar del peso y aprender durante el proceso. A “renacer” y sacar beneficio de aquello que trastoca nuestro mundo y lo deja patas arriba.

Siempre he pensado que la gente no cambia. Que momentáneamente modifica algunas conductas pero, en esencia, continúa igual. Nos adaptamos en un momento puntual volviendo en cuanto la situación se normaliza a nuestros hábitos y costumbres, a nuestra manera de hacer, de relacionarnos, de enfrentarnos a la vida...

Ahora opino de otra manera. Tememos al cambio y tratamos de pasar de medio lado para que nos toque lo menos posible. Pero cuando el cambio separa las piernas y se pone en jarras frente a ti... cuando no deja que continúes tu camino, levanta la cabeza con un gesto entre chulesco y amenazador y te dice que tendrás que pasar sobre su cadáver... o peleas con uñas y dientes, o acaba por aplastarte. Y ahí es donde entra en juego la resiliencia. O te remangas, aprietas los dientes y le haces ver que le darás guerra, o te sientas en un rincón y te dejas morir... te vas pudriendo por dentro y terminas convirtiéndote en un guiñapo.

Llegados a ese punto, y una vez has luchado y has vencido, te das cuenta de que se cambia. De que los esquemas mentales se modifican. De que el miedo desaparece –y no sólo el miedo a esa situación amenazante- sino el miedo a la vida. De que respiras, piensas y miras de otra manera. De que te sientes en paz y has ganado una seguridad que desconocías. De que has salido fortalecido y puedes sentirte orgulloso. De que esa resiliencia que vivía agazapada, ha salido de su escondrijo y te está dando la mano.

Hay Almas viejas que se reconocen por esa sabiduría que otorga el haber conseguido superar obstáculos y haber sido capaz de seguir adelante sin mirar atrás... aunque también es cierto que para seguir su camino han tenido que aprender a perdonar.
Perdonar... el más difícil de los aprendizajes...