sábado, 31 de enero de 2009

Mudarse de casa/ Mudar la piel...

(Me) he mudado. He tomado otra forma, estado, naturaleza... y además he cambiado de barrio. Escuché el otro día que 21 días son los que necesitan las células del cuerpo para morir y regenerarse. Me hago el propósito de volver a ser “aquella yo” para el día 21 de febrero.

Sábado mañana: he salido –paraguas y cámara en mano- a recorrer las calles aledañas a mi nuevo hogar. Me ha llevado unos días, pero al fin logré convertir una fría casa en un acogedor hogar. ¡Brindo por ello! Sonriente, con un gorro calado hasta las cejas y mirada de exploradora, he caminado mirando al cielo y preguntándome por qué anunciaban lluvias torrenciales cuando he tenido que cargar el paraguas y sacar las gafas de sol. Este era mi cielo hoy:



Me encanta mi nuevo barrio. Necesitaba encontrar un lugar que apostara por mí, que me permitiera sentirme ¿feliz? Un lugar por el que pasear curiosa o que me ofreciera la oportunidad de sentarme en un banco a leer una soleada mañana de domingo o dejar pasar el tiempo mirando a la gente, preguntándome acerca de sus vidas, sus temores, sus esperanzas o decepciones, al final, preguntándome sobre el sentido de la vida. Y creo haberlo encontrado (el lugar, claro... no el sentido de la vida):


Me he topado con verdaderos tesoros. A un ser como yo, no podía faltarle una tienda como esta: Pura Magia... ¡y con escoba y todo!:


Ni un lugar que huele a café, té y chocolate:

Una librería antigua en cuyas estanterías se apilan montones de libros usados sin orden ni concierto más que para quien la regenta. Que huele a libro viejo, y a historias, y a personas con inquietudes:


Una librería nueva en la que encontrar libros en versión original (en el escaparate Artemis Fowl: The Graphic Novel, leída en castellano aunque no descarto leerla en inglés. Artemis Fowl, una suerte de adolescente mafiosillo que tiene que vérselas con las nuevas tecnologías de los seres mágicos... Una serie de 5 libros que disfruté de principio a fin... ¡Tiembla, Harry Potter!

Verde floristería frente a la que pararse y preguntarse qué clase de planta es esa o cuál puede ser su esperanza de vida teniendo en cuenta que siempre olvido regar la única planta que adorna mi casa... (He de decir que ella es yo. Cuando estoy decaída o me autocastigo cuidándome menos, olvido regarla. Y sus hojas comienzan a caer lánguidas al mismo ritmo que yo pierdo peso o crecen mis ojeras... Aunque como su dueña, es fuerte y resistente: media jarra de agua y al cabo de las horas sus hojas vuelven a resplandecer. Metro y medio de planta: no está mal)


Le Carte des Vins : un lugar en el que catar vinos y en el que perderse una tarde de viernes mientras eliges el “caldo” que ofrecerás a tus invitados con la cena. Un plan delicioso. Y en una de sus cristaleras frases de personajes célebres asociadas al vino:

Bailo fatal. Creo que mi timidez no casa con el desparpajo. Nunca fui una niña de las que bailoteaban sin cesar, más bien, me asomaba entre las piernas de mi madre y sentía vergüenza ajena (además de un poco de envidia), cuando veía a otras niñas hacerlo. No obstante, si me animara, no me faltaría un lugar en el que “deslumbrar” con mi lenguaje corporal:

Como curiosidad, un comercio dedicado única y exclusivamente a la vida marina. Me temo que esa pequeña tienda se extiende hacia dentro, como por arte de magia, y alucinaría a quien la visitara. ¿Quién puede ver negocio en una tienda así? Aunque no creo que haya demasiadas...

Y por último mi edificio, construido en 1929. Me da que alguno de los vecinos son de la quinta... Y me tranquilizó el casero cuando me dijo: “no, esta parte de la casa está totalmente rehabilitada... se encontraron grietas de tal tamaño que dieron 3 minutos a los vecinos para desalojar y derrumbar toda esta zona. Si se cae algo, es del patio hacia el otro lado...” Encantador mi casero.


Y yo, reencontrándome conmigo misma y disfrutando de este maravilloso barrio y de esta nueva casa, que aunque levantada mucho antes de que yo naciera, estaba esperándome.


domingo, 25 de enero de 2009

De cambios, física y psicología...

"Sky and Water" M.C. Escher

Desde que lo escuché por primera vez me gustó la palabra: Resiliencia. Término tomado de la física, se refiere a la propiedad de un cuerpo para volver a su prístina forma después de haber sido deformado por medio de una presión.

Las personas también nos deformamos. Nuestros cuerpos mantienen su forma, pero la presión en ocasiones nos deja irreconocibles, como si nos observásemos en un espejo cóncavo o convexo. Como una pelota sobre la que nos sentamos y se va expandiendo hacia los lados, cada vez más tensa... a punto de explotar.

La resiliencia en psicología hace referencia a la capacidad del hombre para superar problemas importantes y salir fortalecido de ellos. A resistir a pesar del peso y aprender durante el proceso. A “renacer” y sacar beneficio de aquello que trastoca nuestro mundo y lo deja patas arriba.

Siempre he pensado que la gente no cambia. Que momentáneamente modifica algunas conductas pero, en esencia, continúa igual. Nos adaptamos en un momento puntual volviendo en cuanto la situación se normaliza a nuestros hábitos y costumbres, a nuestra manera de hacer, de relacionarnos, de enfrentarnos a la vida...

Ahora opino de otra manera. Tememos al cambio y tratamos de pasar de medio lado para que nos toque lo menos posible. Pero cuando el cambio separa las piernas y se pone en jarras frente a ti... cuando no deja que continúes tu camino, levanta la cabeza con un gesto entre chulesco y amenazador y te dice que tendrás que pasar sobre su cadáver... o peleas con uñas y dientes, o acaba por aplastarte. Y ahí es donde entra en juego la resiliencia. O te remangas, aprietas los dientes y le haces ver que le darás guerra, o te sientas en un rincón y te dejas morir... te vas pudriendo por dentro y terminas convirtiéndote en un guiñapo.

Llegados a ese punto, y una vez has luchado y has vencido, te das cuenta de que se cambia. De que los esquemas mentales se modifican. De que el miedo desaparece –y no sólo el miedo a esa situación amenazante- sino el miedo a la vida. De que respiras, piensas y miras de otra manera. De que te sientes en paz y has ganado una seguridad que desconocías. De que has salido fortalecido y puedes sentirte orgulloso. De que esa resiliencia que vivía agazapada, ha salido de su escondrijo y te está dando la mano.

Hay Almas viejas que se reconocen por esa sabiduría que otorga el haber conseguido superar obstáculos y haber sido capaz de seguir adelante sin mirar atrás... aunque también es cierto que para seguir su camino han tenido que aprender a perdonar.
Perdonar... el más difícil de los aprendizajes...

sábado, 10 de enero de 2009

Rara avis

Era domingo, así es que se tomó el tiempo, no sólo de leer esas secciones o columnas habituales en su rutina dominical, sino que se detuvo en las necrológicas y en el horóscopo cuando se sentó frente al periódico. Acuario: “...la pasión llamará a su puerta en este momento en el que va encontrando la estabilidad emocional. La suerte está de su lado...” Lo cerró con un ¡buah! poco propio de ella y sintió un escalofrío. Se paró en seco en mitad del salón, con la bata a media pierna y unos calcetines de deporte, que si bien no eran demasiado bonitos, calentaban, y por tanto cumplían su objetivo y volvían al cajón una y otra vez tras sus innumerables lavados.

- ¿Estoy moviendo la energía?- se preguntó mientras ladeaba ligeramente la cabeza hacia la derecha y entornaba los ojos. Los cerró. Inspiró profundamente y se centró en sentir si el escalofrío recorría toda su columna o se quedaba bloqueado en alguno de sus chakras. Según soltaba el aire iba comprobando aliviada que, efectivamente, el vello de su nuca se erizaba y poco a poco sus brazos y su espalda reaccionaban ante “el soplido invisible”, como ella lo llamaba. Exhaló de golpe bajando los hombros y continuó su camino hacia el dormitorio.

- Uy, al respirar he notado como se llenaban mis pulmones, pero no he visualizado ningún color en particular; azul= protección, pero el blanco y el rosa... ¿qué coño significaban, ¿qué color es ese, morado o rosa? ¡Ay, Dios mío!, cuanto más me esfuerzo por concentrarme más se me confunden los colores... ¿y si es sólo negro? Negro... el vacío... no puede ser... piensa, piensa, piensa...

A esas alturas ya se había olvidado hasta de respirar, así es que se despojó nerviosa de la bata, y vestida únicamente con sus calcetines de deporte y unas braguitas rosas, se marcó tres Saludos al Sol que la volvieron a conectar con su respiración y su cuerpo. Rebuscó en aquel “cajón de sastre” -o desastre directamente- en el que guardaba los papeles que no sabía bien cómo clasificar, y sacó un pequeño dossier que leyó apresuradamente y saltándose párrafos hasta que llegó a la tercera hoja: “Tu Luna en la Novena Casa. La casa donde se encuentra la luna es la esfera de nuestra experiencia donde buscamos sobre todo la seguridad emocional. (...) dónde nos refugiamos cuando necesitamos un descanso de la lucha diaria por la existencia. (...) Los sentimientos dan acceso a aquello que la mente no puede comprender racionalmente. (...) Tu manera de ocuparte de los demás puede expresarse compartiendo con ellos tus intuiciones filosóficas o espirituales, o inspirando en potenciales discípulos nuevas esperanzas o visiones (...) tu necesidad lunar de expansión mental se satisface de una forma natural viajando y conociendo otros mundos, culturas y personas diferentes"

- ¡Genial!- pensó mientras arrojaba su Carta Astral sobre la cama – ¡estamos en enero!, como me tenga que consolar pensando en mi próximo viaje...

Y sin siquiera mirarlo, cogió el paquete de camel light que tenía sobre la mesilla, se encendió un cigarro mientras volvía a su “posiciónfetaldedomingotarde” y se reconoció como una suerte de hipocondríaca del Alma... cada vez menos rara avis y más embaucada por las modas y tendencias... aunque, al menos, entre sus afirmaciones, siempre contaba con que era un número 11.