martes, 29 de julio de 2008

París es...

París es un lugar que invita a visitar a sus muertos...
El tiempo acompaña, nublado y oscuro. Los gatos negros (del tamaño de un tigre) se pasean entre las tumbas mirando a los paseantes con desdén. El desinfectante verdoso cubre como un velo las moradas del camino... y un guarda de seguridad cobra un salario para garantizar que Jim Morrison sólo reciba tabaco, cervezas, flores o poemas de amor en su oculta y destrozada lápida. Jamás tomo fotografías dentro de un cementerio, por respeto, pero muchas imágenes se grabaron en mi memoria durante ese paseo.
Modigliani enterrado junto a su jovencísima amante, la cual se suicidó al saber de su muerte. Victor Noir, yaciendo en forma de escultura de bronce de tamaño natural, con una abultada y brillante entrepierna debido a una superstición que lleva a las mujeres de todo el mundo a frotarse contra ella.
Tumbas ilustres junto a tumbas anónimas, reproducciones de Balsas de la Medusa, junto a tumbas demarcadas únicamente con una hilera de piedras.
La muerte, la soledad, el silencio...






Donde las papeleras, reducidas a la mínima expresión, llevan un mensaje que reza “Vigilance Propreté”




Donde se hace necesario vender el Arte como un lujo...




Donde la mendicidad y la pobreza pasean por el, paradójicamente llamado, Pont Neuf (el puente más antiguo de París), conviviendo con el consumismo, los diseñadores, las limusinas o los chóferes-seguridad-sombra de mujeres que compran señalando con la mano, sin siquiera mirar a la cara a los dependientes ni perder el tiempo parándose...




Y donde puedes encontrarte a una modelo posando en plena Plaza Vendôme, ajena a los turistas que observamos curiosos...