martes, 31 de marzo de 2009

Boicot en primera persona

John Williams Waterhouse. 1903

Quiso abrazarse a la luna. Estiró los brazos, cerró los ojos y sintió como sus dedos se colaron en los cráteres. Percibió calor y después nada. La luna se apagó. Se puso en off. Y como un globo que pierde aire se fue desinflando con cada carcajada. Tuvo que salir a tientas de allí. Indignada y viendo como el hermoso astro le había negado hasta su luz...

Confió en los pájaros. Los buscó al amanecer. Pero por más que trataba de dejar de escuchar el zumbido del silencio no lo consiguió. Zumm, zumm, zumm. Se habían aliado para enmudecer en su presencia. ¡Malditos sacos de piojos!

Quizá el mar... Se descalzó y miró al horizonte buscando los azules, verdes y esmeraldas y esperando que las olas le acariciaran los pies. Esperaba la brisa, el arrullo y el balanceo, y se encontró una masa de agua homogénea y como un plato. Ni una ola, ni siquiera espuma. Quiso ser Aretusa para poder convertirse en fuente. ¿Y su Alfeo? Ni rastro.

Tragó mariposas que se le indigestaron. No lograron sobrevivir. Forzar las cosas es lo que tiene: acelera su muerte. Y vomitó lágrimas entre alas de desesperanza.

Regresó a casa, sacó el frasco de endorfinas y oxitocina que guardaba en la nevera, y como si del ungüento de Perséfone se tratara, lo inhaló y lo pasó por su rostro hasta caer en el más profundo de los sueños. No quería preguntarse nada. Le bastaba con la imagen reflejada en el cristal... O eso creía ella.

sábado, 14 de marzo de 2009

Francis Bacon

(...) Nacer, copular y morir.
Eso es todo, eso es todo, eso es todo,
Nacer, copular y morir.
"Fragmento de un Agón" (1927) T. S. Eliot.

Si tuviera que quedarme con una imagen que representara el miedo, una imagen espeluznante, sin duda sería el grito del alma queriendo salir del cuerpo. Las almas atormentadas se deforman aún más tratando de escapar entre los barrotes.
Decía Francis Bacon que no hay que pintar a las personas como son sino como las vemos, y cuando uno mira sus cuadros no puede más que estremecerse ante la visión de un hombre animalizado por la ausencia de religión. La carga del inconsciente es tan pesada que da náuseas. Te sientes desnudo, con esa fragilidad y sensación de vulnerabilidad que provoca el saber que nada puedes esconder, que no contamos con nada, absolutamente nada tras lo que parapetarnos. El alma cenicienta de la soledad se torna azul y trajeado, convirtiéndose el ser humano en un cuerpo insignificante que lucha por no difuminarse y terminar desapareciendo entre las ondas del infinito y de la nada. El sexo como asesinato de la esencia humana. La autodestrucción como única salida. Se escucha chillar a la hiena mientras da vueltas en redondo tratando de escapar de la cárcel autoimpuesta del cuerpo sobre el alma. Los rojos te empujan y las figuras geométricas te ahogan hasta necesitar tirar de esa parte de ti que temes dejar en el cuadro. A veces un simple pedazo de carne...

Francis Bacon en su estudio.

viernes, 6 de marzo de 2009

6 de marzo vs 13 de diciembre, y tú con tu abrigo rojo


A veces me sorprendes. Creo conocerte pero nunca llego a entenderte. Trato de asomarme a ese complicado mundo, tu mundo... bucear en él... Pero igual da. A pesar de los esfuerzos siempre termino flotando.

Hora punta. Caras de disconformidad, preocupación, tedio, sueño... Y tú con tu abrigo rojo, mirada al frente y pequeños pasos que no pasan desapercibidos. Respiras hondo tratando de controlar la marea de emociones que se adueñan de tu pecho. Paras en un semáforo, miras a tu alrededor y por un momento te das cuenta de que no estás sola, de que unas cuantas personas te rodean. Sales de tu ensimismamiento, explotan los sonidos a tu alrededor y piensas: “no sabemos nada los unos de los otros e imaginar de qué poco sirve: en el 90% de los casos nos equivocaríamos” Te veo mirar al cielo y tu expresión cambia. Hoy es un día complicado. Mucho. Pero a ti no se te ocurre otra cosa que pensar que es un día precioso para hacer lo que te dispones a hacer -frío y sol, la combinación perfecta- a pesar de que en unos minutos vas a cerrar un ciclo, tendrás que verle y será una fecha que nunca anotarás en un calendario pero que recordarás siempre... E inevitablemente enlazarás pensamientos y recordarás aquel 13 de diciembre en el que desde la ventanilla del coche sonreíste a aquella niña que, pegando la nariz al cristal y soñando con ser algún día también princesa, te saludó efusivamente mientras agarraba nerviosa la ropa de su madre. Pasarán los años, tu vida ya será otra vida, pero en algún momento a lo largo del día los recuerdos te asaltarán por sorpresa y recordarás que vuelve a ser 6 de marzo, como aquel soleado día...

Hoy el gozo pisa tu pena porque anoche se te encogió el alma. Tu hermana te llamó y la contestaste serena, en tu línea últimamente, pero al colgar las manos te temblaban tanto que tuviste que apoyarlas sobre tus rodillas. Porque sí, porque eres así, porque lo intentas pero hay situaciones que te superan, hay personas que son tan tuyas que no concibes que algún día puedan no estar a tu lado... Y es que el miedo es un cabrón y se encarga de recordártelo.

Y ahora te veo sentada en esa silla. Le coges la mano y se la besas tratando de evitar la incómoda vía. Apoyas tu cabeza sobre ella y todo lo demás deja de ser importante... Porque orgulloso lucía a tu lado aquella tarde de diciembre en que una niña soñó con ser tú algún día, y orgulloso te besó esta mañana cuando apareciste por esa puerta con la mejor de tus sonrisas, contenta a pesar de acabar de firmar una sentencia de vida que hace meses te pareció de muerte... Porque estás a su lado y eso es suficiente, además de que te hace reír como nadie con esas cosas que son tan suyas.


Imagen: fotograma de la película "La Lista de Schindler"